Cruzamos la Cordillera, copamos el Maracaná. Y sufrimos descensos que nos llevaron a patear barro en canchitas que nunca hubiéramos querido conocer. Alumbramos cracks, le pintamos la cara a todos los grandes. Forjamos una verdadera escuela. Nunca pudieron quebrarnos. Sí, es posible que la cuenta final arroje más desilusiones que alegrías. ¿Y? Si no hay nada más lindo que ser de Oeste… Desde 1904 hasta hoy, tenemos miles, miles y miles de historias. Grandes y chiquitas; de gloria y de las otras. Vamos a investigarlas y a contarlas acá.
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