Herminio González fue ídolo en Boca. Un ídolo difícil: desfachatado fuera de la cancha, con la pelota era tremendamente habilidoso, egoísta e indisciplinado. Debutó en primera división a los 18 años. Lo llamaban Pierino, porque ese era el nombre de un director de orquesta italiano de tan solo 14 años que en aquellos tiempos -los dorados 50- visitó Buenos Aires para dar unos conciertos en el Teatro Colón. Lo que más le gustaba era eludir rivales y volver sobre sus pasos para gambetearlos otra vez.
En Boca se cansaron de su bohemia y en 1955 decidieron darlo a préstamo. Y ahí apareció Ferro, que tenía muy buenos valores (Roque Marapodi, Osvaldo Diez, el Cochero Berón, Antonio Garabal). Era una apuesta de riesgo, porque Pierino -que supuestamente había rechazado una transferencia al Barcelona (España) un año antes- era un talento difícil de controlar. El director técnico era José Scalise.
El arranque del año fue con dos empates y dos derrotas. Hasta que, en la quinta fecha, Ferro recibió a Tigre y ganó 3 a 1 con un gol del famoso Pierino: mano a mano con el arquero Miguel Rugilo, derechazo y a cobrar. Ferro terminaría ese año en un decoroso séptimo puesto, pero todavía faltaba un trecho para que se acomodara en la tabla de posiciones.
Jornada siguiente, visita a Ríver en Núñez. Ángel Labruna abrió el marcador, Alberto Piovano puso el empate transitorio y Labruna volvió a desnivelar. Y cerca del final, cuando Ferro hacía fuerza por el empate, González que aparentemente agrede a un contrario y el árbitro Luis Veltre que lo expulsa...
Todavía faltaba un cuarto de siglo para la implementación de las tarjetas rojas. La publicación oficial del club señaló que Pierino González estaba disputando una pelota con Ángel Vernazza, entonces cayó al piso y, al levantarse, "golpeó sin intención al delantero millonario". El juego estaba por continuar, pero el juez de línea llamó a Veltre y el jugador de Ferro terminó en el vestuario.
No lo suspendieron para la fecha siguiente. Sin embargo, el Tribunal de Penas de la Asociación del Fútbol Argentino le fijó una multa de 500 pesos por su inconducta. Según quedó registrado en la revista del club, "un calificado socio" fue a buscarlo al conocerse el fallo para decirle que él quería pagar la sanción.
"Cuando se sabe qué significa la responsabilidad", es el título de un artículo en el número siguiente de la revista F.C. Oeste. La respuesta de Herminio González está citada como un textual: "Le agradezco el gesto, señor, pero no puedo aceptar su ofrecimiento. El que cometió la falta soy yo y por eso mismo no puedo complicar al club ni a nadie. Yo pagaré lo que corresponda".
En el partido siguiente, Pierino hizo un gol de penal en un 3 a 3 contra Gimnasia La Plata. Después estuvo varios meses sin jugar (¿lesionado?) y reapareció recién en la fecha 24, con otro gol: una pared con Piovano para un 1 a 1 contra Huracán.
Pierino volvió a Boca en 1956. En 1960 se fue a Huracán, donde también jugó poco, y se retiró en Mar del Plata, la ciudad en la que se había criado.