El domingo 22 de diciembre de 1991, Charly García tocaba una vez más en nuestra casa. Se jugaba la última fecha del Apertura con el campeonato cocinado: el River de Passarella campeón, lejos del Boca del Maestro Tábarez. A Ferro le tocaba cerrar contra Gimnasia (La Plata) y, como el Templo de Madera estaba comprometido con el concierto, hubo que salir a buscar una cancha alternativa.
En el Amalfitani, Vélez recibía Belgrano (Córdoba); en el Ducó, Huracán jugaba con Unión (Santa Fe); los estadios de Atlanta y Argentinos Juniors estaban inhabilitados y Español enfrentaba Racing en el Bajo Flores. Y el Monumental, que posiblemente hubiera quedado demasiado grande, River lo tenía ocupado con su vuelta olímpica.
Fue así que Ferro alquiló la cancha de Boca. Pero no fue la primera vez: ya había sido local en el viejo estadio de Brandsen y Del Lucero. Eso ocurrió cuatro veces, entre 1932 y 1934, y con suerte pareja: todos triunfos.
Seis décadas después, ya en la Bombonera, Ferro ganó 3-1. Marcaron los goles el Gringo Cristofanelli, con experiencia goleadora en ese césped, el Bocha Biazotti y Perico Pérez. Con esa victoria, Ferro terminó el torneo con cero de diferencia de gol, décimo en la tabla de posiciones e igual cantidad de partidos ganados que perdidos.
La gente de Gimnasia fue a la segunda bandeja, enfrente de donde suele ir la barra de Boca. La de Ferro se ubicó en el lateral inferior, sector en el que los socios de Boca iban parados. Por eso en la foto de Mudo Aleva los jugadores saludan dando espaldas a los viejos palcos, frente a los hinchas de Ferro. Las publicidades también son de otra época: Cash, un juego que la desaparecida Lotería Nacional tuvo que discontinuar, e Inca Seguros, liquidada poco tiempo después.
Este fue el último partido del año. En la primera fila del saludo sobresalen Mario Pobersnik, el Ciruja Garré, la Ñata Mandrini; más atrás asoman el Negro Vázquez, Pepe Forte, Camote Acuña y el Indio Molina.