El 26 de noviembre de 1996, el River de Ramón Díaz fue a jugar la final intercontinental en Tokio (Japón) contra la Juventus. Perdió 1 a 0 y volvió al país, golpeado, a recuperar la punta del Torneo Apertura, que peleaba con Independiente. Nos esperaban en el Monumental el 1º de diciembre. Nuestros jugadores, dirigidos por Oscar Garré, no salieron solos a la cancha: aparecieron con una mascota.
Era una especie de pájaro verde con pico naranja y plumas rojas inventada por Esco, la empresa de servicios financieros que esponsoreaba nuestra camiseta. El bicho no dio mucha suerte. A los 3 minutos ya íbamos perdiendo 1-0 con gol de Ariel Ortega -cabezazo de pique al piso- y antes de que terminara el primer tiempo nos clavó otros dos el chileno Marcelo Salas. El cuarto fue un gol histórico del Burrito. El quinto lo hizo el Diablo Monserrat y nuestro descuento, Supo Reggi, el goleador del campeonato.
El resultado final fue 5-1 y River recuperó la punta. Un año antes, otra mascota con forma de cocodrilo tampoco había sido de buena fortuna.