El 3 de abril de 1980, la suerte de Carlos Timoteo Griguol estaba prácticamente echada: tenía un pie y medio afuera de Ferro. Después de 11 fechas, el equipo, todavía con la base del plantel que había ascendido en el 78, parecía no tener ningún rumbo. Todo el mundo comentaba que el presidente Santiago Leyden iba a cambiar de entrenador, a menos consiguiera un triunfo contra Racing. Ferro se fue al vestuario perdiendo 3 a 1. Y a los 2 minutos del segundo tiempo, Racing hizo otro gol. Pero hubo una hazaña que cambió la historia del club.
No hay registros fílmicos de ese partido. Pero están las fotos del Mudo. Las crónicas de los diarios cuentan que Juan Carlos Lorenzo, el técnico de Racing, llegó a hacerles a sus jugadores la seña de "ya está", cruzando las dos manos, en el sentido de que jugaran tranquilos, que el partido estaba liquidado. Los más memoriosos recuerdan especialmente el gol del empate, porque -parece- fue para enmarcarlo: un fierrazo combado de tiro libre del brasileño Jose Rodriguez Neto, que dejó sin reacción al arquero Alberto Vivalda.
La remontada mágica se terminó de concretar a los 43 del segundo tiempo. Vivalda se molestó con su compañero Ricardo Alonso y Claudio Crocco los durmió. Los de Racing no lo podían creer.
El equipo de Lorenzo se había puesto en ventaja a los 10 minutos con gol de Eduardo Montecello. El Pulpo Scalise aumentó a los 19 y a los 34. En el medio, a los 29, había descontado el Negro Apariente. El cuarto de Racing fue, también, obra de Montecello.
A los 6 del segundo, Cacho Saccardi puso de cabeza el 2-4. A los 27, también de cabeza, anotó Rubén Rojas. El resto se venía venir: los jugadores de Racing se fueron apagando y los de Ferro se fueron contagiando la confianza.
La foto de Cachito Aleva podría pertenecer al tercer gol de Ferro, el de Rocchia. Son Apariente y Cacho los que van a buscar la pelota para que Racing saque rápido del medio. Se ve con atención, Cacho parece estar gritando el gol en ese mismo momento.
Fue un triunfo inolvidable. Y Griguol, por supuesto, se mantuvo en el cargo. "Jugamos el peor primer tiempo y el mejor segundo tiempo en lo que va del campeonato", le dijo a Clarín. En la fecha siguiente volvió a perder (2-1 con Talleres, en Córdoba). Pero Timoteo ya había demostrado que tenía la fórmula para el milagro.