Los anteriores vestuarios del Templo estaban bajo el propio campo de juego, del lado de la tribuna local. Se ingresaba a ellos por una puerta frente a la cancha auxiliar. A la izquierda, más allá de una salita para el control antidóping, asomaba el camino que atravesaron tantas ilusiones… Había que descender unos pocos escalones para dar con un túnel largo, oscuro, húmedo; luego, la subida por una escalera más pronunciada, quince pasos hacia la luz y el césped. Y la salida a la cancha que todos soñamos, vestidos de verde.