El 3 de septiembre de 1983 se disputó la fecha número 16 del Metropolitano. Ferro acababa de ganarle a River por 2 a 1 y estaba puntero solo, con 8 partidos ganados sobre 15 jugados. Boca era uno de los que venía en un pelotón de escoltas, a cuatro puntos de distancia, y tenía turno para ser atendido en Caballito. Le ganamos 4 a 0 en lo que tal vez fue una de las mejores actuaciones del equipo de Timoteo.
Esta imagen del arquero de Boca en el suelo es una buena síntesis que consiguió el Mudo Aleva para la historia. Es nada menos Hugo Orlando Gatti, el Loco, y corresponde al segundo tiempo. Ferro ganaba desde los 10 del primero gracias a una definición memorable -previo amague- del Fino Cañete, que dejó al Loco humillado en el área chica. Empezado el segundo período, Hugo Noremberg cabeceó un centro en el primer palo y ayudó a Gatti a redondear una tarde negra.
Gatti es un prócer de Boca. Dueño de un estilo único y un enorme carisma, fue campeón intercontinental en 1977. Pero esa tarde -ya a los 39 años– le esperaba más.
Faltando 10, ese tractor que era Carlitos Arregui robó una pelota en el medio, escaló por su banda y, cuando todo indicaba que tenía que pegarse al banderín del córner para matar la jugada, hizo su magia. Pispeó al pobre Gatti adelantado y, a pesar del ángulo cerrado, ensayó un derechazo filoso. Golazo tremendo.
El cuarto fue Alberto José Márcico. Al Loco se lo encontró mano a mano y retrocediendo. Fácil, demasiado fácil para el Beto: suave contra el mismo palo elegido antes por Noremberg y por Carlitos.
Ferro era candidatazo a ganar el Metro. Solamente un gran bombeo arbitral lo podía frenar.