Ferro terminó antepenúltimo en el campeonato de 1988-89, solamente por encima de Instituto (Córdoba) -que se fue al descenso- y de Deportivo Armenio. Racing finalizó noveno, lo que entonces equivalía a una suerte de segunda posición en el gran lote que seguía al campeón -Independiente- y al pelotón que disputó una liguilla para ingresar a la Copa Libertadores. Las ubicaciones de Ferro y Racing hicieron que, terminado el torneo, ambos se enfrentaran en otro minitorneo: el Reclasificación, una suerte de rueda de perdedores o Liguilla B que daba una última plaza para la Copa.
Fue aquel torneo en el que los empates se definían con un punto extra de acuerdo a una tanda de penales. Y, sobre todo, el año del esperado regreso de Timoteo después de su paso por River. El Cabezón Acosta, con 10 goles, fue el goleador de Ferro en esa temporada.
El primer partido del Reclasificación tocó en Avellaneda. Fue el 4 de junio de 1989. Ferro lo ganó 1-0 gracias a un gol que Oscar Agonil le convirtió al Pato Fillol. El resto fue correr y aguantar. La imagen, de la agencia Diarios y Noticias, puede representar bien la estrategia: aguanta el Leonardo Itabel, el Mudo, y trata de robarle la pelota Néstor Fabbri, la Tota.
En la vuelta empatamos 0 a 0 en Caballito y pasamos a la siguiente fase.