Para el 15 de noviembre de 1999, el destino de Ferro estaba sellado: a años y años de malas decisiones no podía seguirle otra cosa que la peor crisis institucional de la historia del club y un inapelable (doble) descenso en el fútbol profesional. En 14 fechas del Clausura, el equipo iba ya por su tercer cuerpo técnico, porque Palito Brandoni-Burro Rocchia estaban reemplazando a Ernesto Perisse, también interino, que a su vez tuvo que cubrir el agujero que en su temprana huida dejó Rubén Insúa. Ferro llevaba 16 partidos sin victorias, sumando los dos últimos del Apertura. Pero viajó a Lanús y, casi un milagro, ganó.
2 a 0. Desde entonces hasta fin de año, Ferro no volvería a conseguir ningún triunfo. De hecho, sería goleado por Vélez, River y Newell's. La victoria contra Lanús fue la última del siglo XX.
Fue uno de esos partidos de lunes con televisión en directo. "Ferro recuperó la sonrisa ante Lanús", tituló Clarín. "Fin de malaria", dijo Olé.
El primer gol lo marcó Chaparrito, la figura de la noche según ambos diarios, con un zurdazo desde afuera del área como broche de un contraataque. El segundo, con el tiempo cumplido, lo hizo Sergio Comba, un delantero sin demasiadas luces surgido de Atlético Rafaela. El Mudo Aleva registró al delantero ya dentro del arco, después de empujar un centro de Roberto Gorocito y con el arquero de Lanús, Rodrigo Burela, vencido, de fondo.
Comba le sacó lustre a su pasaporte comunitario en una extensa carrera. Pasó fugazmente por Francia (Nantes), Italia (Pistoiese), México (Cruz Azul-Hidalgo) y Suiza (Juventus). Se retiró en 2017 en el Rangers de Talca (Chile) a los 39 años. En Ferro no hizo más que ese gol en Lanús.