Antonio Roma, uno de los grandes ídolos de Boca, surgió de las divisiones inferiores de Ferro. Debutó en el club en 1955. Su transferencia se concretó cuatro años más tarde junto con la de Silvio Marzolini, que también la rompió en Boca en la década del 60.
A Roma le decían Tarzán por el modo de arrojarse a la pelota. Era elástico e imponía respeto con su sola presencia. Después de atajar en Ferro 5 temporadas, en Boca jugó una década y ganó 6 títulos.
En el Metropolitano de 1968, un arquero juvenil, Rubén Sánchez, le estaba quitando impensadamente el puesto. Roma era su suplente y jugaba en la Reserva. En esa condición le tocó enfrentar a su ex club el 14 julio de ese año.
Tarzán acababa de cumplir los 36. Ferro estaba en una muy mala temporada: saldría último en su zona y, en vez de clasificar al Nacional, quedaría obligado a jugar un Reclasificatorio que desembocaría en la B.
El partido de Primera terminaría 0 a 0. En la Reserva de Ferro también había un jugador habitualmente titular, que no jugaba desde hacía 3 fechas, tal vez por alguna lesión. Es quien, con la Bombonera todavía vacía, enfrenta en la foto al viejo Roma: Carlos Vidal, el Goma. Había debutado en abril de 1967 y tenía recién 19 años.