Héctor Rubén Berón fue protagonista de dos ascensos: el de 1958 y el de 1963. Ídolo de una generación, pudo haber jugado en River. Pero un cartero, hincha fanático de Ferro, se encargó pícaramente de escribirle un mejor destino.
La historia está relatada en un número de la revista oficial del club de mediados de 1954, a poco de su debut en Primera División. Todavía no le decían Cochero, apodo con el que -cuentan- lo bautizó algún compañero al verlo vestido cierta vez con un elegante moño. Otra versión: lo de Cochero era porque, amague para acá, amague para allá, Berón te sacaba a pasear... Efectivamente, era un tipo alegre, galán y entrador, tanto como un habilidoso de infatigable despliegue. Por lo que metía, la hinchada también le puso Ocho Huevos.
De pibe, Berón se crió entre Floresta y Villa Luro. Su club se llamaba Montecastro, en Jonte y Segurola; muy cerca de la cancha de All Boys, donde se terminaría retirando en 1969. Todo el barrio sabía que era un crack, dato que llegó a los oídos de Carlos Peucelle, viejo valor de la selección argentina que fatigaba potreros y campitos descubriendo grandes jugadores.
El Maestro Peucelle -cuenta la revista de Ferro- fue a verlo jugar; satisfecho con lo que se encontró, le aseguró un puesto en las inferiores de River y le prometió que le llegaría una citación formal por correo. A partir de ese momento, cada día a la misma hora, al pasar el cartero por la puerta de la casa, el pibe Berón lo frenaba para verificar si había algo a su nombre. Tantas veces le preguntó, que un día el cartero quiso saber qué era lo que tanto esperaba. Cuando el chico le contó, el cartero le respondió que él era hincha de Ferro, que tenía buenos contactos en el club, que le quedaba mucho más cerca de la casa.... Y mientras Berón lo pensaba, una mañana la carta llegó. Y el cartero nunca se la entregó.
Gracias a los contactos del cartero, Berón se incorporó a la Quinta División de Ferro en 1948, a sus 16 años. Jugó su primer partido en Primera el 30 de mayo de 1954. Fue contra San Lorenzo. Ferro ganó 2-1 y él, ya ese día, hizo un golazo.
Gran carismático, la foto del Mudo fue tomada en septiembre de 1966, antes de un partido con Lanús.