Las camisetas alternativas de Ferro -igual que las de otros equipos- fueron eje de polémicas desde que se dejó de lado la versión blanca, en sus distintos formatos. Esto va desde una casaca negra, bochornosa, que últimamente diseñó KDY, hasta la naranja lanzada por Reusch basándose en un mítico partido de los 70. Pero el caso más extraño es el de un Ferro que salió a la cancha vestido nada menos que de amarillo.
Era el Clausura de 1995. Rodolfo Motta dirigía a un equipo que venía a los tumbos y alguien creyó que era momento de innovar. Y apeló al El Jardín de Oscar, una marca de diseño de prendas deportivas que había inventado, entre otras maravillas, eso del bulldog en el buzo del arquero José Luis Chilavert.
Genios de la moda, dejaron volar toda su imaginación con Ferro y crearon junto con Topper este diseño, más propio de Defensa y Justicia, Aldosivi o de un campeonato barrial. Ferro tenía que enfrentar a Huracán, rival siempre difícil, y venía de conseguir una victoria en los últimos 6 partidos. El equipo estaba entre el fondo y la mitad de la tabla.
Fue un martes. El arquero era Esteban Pogany. Atrás jugaba todavía Víctor Marchesini. Había dos uruguayos (César Silvera y Néstor Blanco, que ese día no jugó) y un paraguayo (Andrés Duarte, que estaba en el banco). En la delantera, Facundo Gareca. La camiseta amarilla no dio suerte: Huracán nos ganó 2 a 1. Mario Pobersnik, que entró en el segundo tiempo, descontó en el último minuto de juego.