El 30 de septiembre de 1990, Ferro jugó como visitante en cancha de Racing por la séptima fecha del torneo Apertura. Venía de una buena victoria en el Templo contra Talleres (4-1) y de ganar en Lanús (1-0). El partido en Avellaneda salió 0 a 0. En la fecha siguiente, el equipo volvió a ganar (2-1 a Deportivo Mandiyú). Y en la otra, sacó un empate en la Bombonera.
Después se fue pinchando: cinco empates seguidos, varias derrotas y alguna victoria, como aquella contra Independiente (1-0) con gol del Cabezón Alegre. Terminamos sextos, en un campeonato -el primero de 19 fechas- que ganó Newell's. En el siguiente, el Clausura, Ferro finalizaría en el puesto 16, luego de superar una racha de 15 partidos sin ganar que se cerró con las únicas dos victorias del semestre: a Unión (Santa Fe), 2 a 0, y a Chaco For Ever, 4-2.
Pero en ese momento, todo sabía a poco. Hacía solo 6 años, el Maestro Timoteo había conducido al club a su último título. De hecho, en ese plantel había dos sobrevivientes: el Ciruja Garré y Oscar Agonil. También un refuerzo, Ricardo Kuzemka, cuando todavía era inimaginable eso de andar armando y desarmando planteles con cada mercado de pases. Ferro todavía tenía un liderazgo ejemplar, un estilo, una cancha impecable, rivales a la altura... Tenía al Viejo Griguol.
Éramos felices. Nos dimos cuenta cuando las cosas empezaron a cambiar.