A Benito Emilio Valencia le sucedió una cosa probablemente única en el fútbol profesional: jugando para San Martín de Mendoza, estaba por hacer un golazo de media cancha contra Rosario Central, cuando un hincha saltó desde la tribuna como un fantasma, interrumpió la trayectoria de la pelota y lo dejó pedaleando en el aire. Faltaban 2 minutos para el final del partido. Valencia, de todos modos, esa tarde estaba hecho: ya había convertido los dos primeros tantos de lo que fue un inolvidable triunfo para el Gimnasia mendocino en Arroyito.
Su actuación en el Nacional de 1967 le valió un pase al fútbol de Buenos Aires. En Atlanta, primero, jugó 3 temporadas, casi siempre como delantero titular. Y En 1972 escaló a Ferro, donde a poco de debutar dejaría otra marca singular: hizo goles en 7 partidos seguidos.
Lo mismo había logrado Bernardo Gandulla en 1937, en pleno apogeo de La Pandilla. Nano Gandulla jugó en Ferro por 9 años, rodeado de otros buenos atacantes, y es uno de los goleadores máximos del club; en cambio, Valencia disputó apenas 18 partidos en un torneo en el que Ferro, son jugadores de renombre, se salvó del descenso recién en un Reclasificatorio.
Valencia nació en Guaymallén en 1946. No era muy alto, más bien robusto. Zurdo, tampoco fue de esos goleadores temibles; se tenía confianza, encaraba y le pegaba fuerte a la pelota. La mejor parte de su carrera la hizo en Temperley, donde le pasó otra cosa increíble: se contagió de paludismo en una gira por Zaire y tuvo que estar varias semanas internado.
En 1972, a Ferro lo empezó dirigiendo Mario Imbelloni, que solía intercalarlo como titular con el Goma Vidal, Jorge Weber o el Rulo Lorea. La ráfaga de goles de Valencia empezó el 19 de marzo contra Banfield, en un partido que terminó 2 a 2 y en el que Ferro usó la camiseta roja y blanca de Estudiantes de La Plata. Después, le convirtió consecutivamente a Chacarita (penal), San Lorenzo (penal), Colón, Newell’s, River y Racing (penal). En las dos jornadas siguientes, lo reemplazaron promediando el segundo tiempo. Y en la 14, el 7 de mayo, hizo su último gol en Ferro en otro 2 a 2, en Caballito, contra Atlanta.
Era el Metropolitano; Ferro finalizó en la posición 16. Carlos Cavagnaro, el técnico que dirigió luego en el Nacional, prefirió siempre a otros delanteros y lo hizo jugar una sola vez.
Valencia siguió su carrera en Unión. Se retiró en otro San Martín, el de Tucumán, en 1979.