Es un recuerdo imborrable para todos los que estuvimos en el Templo de Madera: tarde lluviosa, camiseta violeta, Cacho en el banco de suplentes y una racha de una victoria entre 14 partidos. Enfrente, un Vélez que se empezaba a agrandar. Contra casi todos los pronósticos, fue otro clásico del Oeste para nosotros.
Primero por Hugo Romeo Guerra, que abrió el marcador en el arco de Martín de Gainza tras un pase perfecto de Mario Grana. Y después por el propio Grana, que en el segundo se abrió a una posición inusual para él -dentro del área, banda izquierda- y enfrentó al arquero Ariel De la Fuente como un delantero: toque cruzado, cara externa del botín derecho.
Enseguida descontó Darío Husain. El final fue con sufrimiento como siempre y con entrega como nunca. A lo Cacho, que se fue al vestuario abrazado por sus jugadores y señalando a la hinchada. Nos hizo sentir que ese triunfo también era nuestro.