1982

Los alcanzapelotas del campeón

El Mudo Aleva tiene que haber sacado esta foto a las 3 y algo de la tarde. Era el 27 de junio de 1982, día de la final del Nacional que el club había soñado toda una vida. Tal vez faltara media hora -supongamos- para que el Templo de Madera estallara con la salida al campo de juego del ballet de Timoteo; tiene que haber sido la vez que más papelitos se tiraron, porque el cielo de la platea y de la tribuna local se nublaron de blanco. Iba a ser un día histórico y los alcanzapelotas de Ferro se encargaron de que su participación también quedara registrada.

Eran, como fue siempre, pibes de las divisiones inferiores; en este caso, de la sexta y la séptima, categorías 1966 y 1967. Los solía seleccionar en la semana Vicente Capobianco, un viejo directivo y gran colaborador del fútbol del club. Los chicos debían que presentarse una hora antes en la utilería y ahí el utilero Obdulio les entregaba el traje de rigor: ese jogging amarillo con vivos marrones de Topper, la marca que vistió a Ferro en esos años dorados.

De fondo, en la tribuna no entraba un alfiler. Ferro fue una fiesta. Y la primera misión de los alcanzapelotas consistía justamente en marcar el comienzo, con las señas que indicaban que los jugadores estaban por dejar el tunel para cruzar la raya de cal.

Arriba a la derecha, parado y de azul, aparece Hugo Rearte, masajista. Acuclillado a la izquierda, el primero es Guillermo Ferro, más tarde entrenador de las inferiores del club, que todavía recuerda que uno de esos rollos de máquina -esos que se solían tirar como serpentina- no se abrió a tiempo y aterrizó justo en su cabeza...

Parado en el medio está Gabriel Carrasco, el único de estos chicos que llegaría a la Primera de Ferro. A su izquierda, sus compañeros Maronta -arquero- y Alejandro Pugliese; a la derecha, otro de apellido Petrocelli.

 

26 de diciembre de 2019

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