En 1940, Boca incorporó a tres de los delanteros que habían compuesto el ataque más poderoso de la historia Ferro hasta entonces: Jaime Sarlanga, Bernando Gandulla y Raúl Emeal. A Nano Gandulla y a Emeal los contrató desde Vasco Da Gama (Brasil), gracias a un firulete legal por el que Ferro llegó a presentar una queja internacional. A Piraña Sarlanga lo adquirió directo de Ferro, en una operación que incluyó la llegada a Caballito de nada menos que cinco jugadores de Boca: el centro half Joaquín Corvetto, el insider izquierdo Daniel Pícaro, el centro forward José Lizhterman y los wines Rodolfo Danza y Raúl Flores.
Boca fue campeón ese mismo año y entre los tres integrantes de aquella Pandilla de Ferro convirtieron 48 goles, la mitad de los del equipo completo en toda la temporada. A su vez, Ferro terminó en el puesto 14, pero entre Liztherman, Danza y Pícaro -tres de los ex Boca- sumaron, también, más de la mitad de los convertidos ese año.
Dos de ellos aparecen en este póster de grueso papel madera que la revista Patoruzú publicó entonces. Lizhterman y Pícaro son el tercero y el cuarto entre los agachados. También está Corvetto, alias Cara de Goma. Y el arquero brasileño Jurandyr, importado del Palmeiras, tal vez excedido de peso. Y Rubén Noseda, que llegó a jugar 282 partidos en Ferro. De los cinco refuerzos de Boca, Flores fue el que menos jugó.
El cacique Patoruzú era un clásico de las historietas de esos años. Nacido en 1928, fue mudando de formatos y buscando incentivos para meterse en el público, como estas fotos de todos los planteles de fútbol del año 40. En el reverso de la lámina de Ferro está la publicidad de los Aceite Único, que invitaba a las amas de casa a participar de sorteos por tapados de zorro plateado.
Colección Pablo Abiad