«Después de muchas fechas de incertidumbre, el desenlace del campeonato se definió con toda claridad», comienza la nota en la tapa de la Sexta de Crónica del 28 de diciembre de 1963. Ferro campeón, en el ancho de toda la página y con mayúsculas. Y la foto de Roque Marapodi en lo alto, custodiado por Alberto Mogaburu y Sergio De Gioia, para asegurar la victoria. Fue contra San Telmo, después de la definición más apasionante de la historia de la Primera B.
Entonces no había televisión en directo de los partidos de Ascenso, ni mucho menos teléfonos celulares. Los diarios de la tarde, comprados al paso en la calle, eran un canal habitual de información incluso para los resultados de fútbol. A diferencia de los diarios de la mañana, con sus comentarios, puntajes y análisis, los de la tarde publicaban crónicas más escuetas, que un periodista dictaba normalmente por teléfono -de línea- a otro que anotaba en la redacción.
Es lógico, por eso, que Crónica dijera ese día: «Las tribunas adictas a Oeste celebraron jubilosamente el gol que convirtió Pastoriza, que corrido al lugar de (Ángel) Reynoso remató violentamente con el pie izquierdo un centro servido por (José) Leonardi«. El tal Pastoriza no es otro que Juan Andrés Pastorini, la gran figura del ascenso de Ferro en 1963.
Dirigido por Antonio Faldutti, el equipo tenía todo para salir campeón en la última fecha del torneo. Alcanzaba con empatar contra Sarmiento (Junín), de local, pero perdió 2 a 1. Derrota histórica por dos razones: fue la primera vez que se tiraron papelitos en Caballito cuando el equipo salió a la cancha y la primera vez que, dada una insólita combinación de resultados, se produjo un cuádruple empate en el primer puesto.
Sarmiento fue el otro clasificado, junto con Unión (Santa Fe) y San Telmo. En el primer partido de ese Reducido, Ferro se tomó revancha de Sarmiento: 2-0, ambos goles de Pastorini, en cancha de San Lorenzo; a Unión le ganó 1-0, con otro gol de Pastorini, en Huracán, y contra San Telmo, de nuevo en Boedo, fue 3-1.
Crónica relata que San Telmo perdió tempranamente un hombre, por lesión de Juan Carlos Doval, y que Ferro fue derechito a ganar. Se lo perdió el Ratón Leonardi, se lo perdió Pastorini -ahí sí, bien escrito el apellido- hasta que, a los 41 del primer tiempo, Reynoso metió el segundo, de cabeza.
En el segundo tiempo, «alentado por las tribunas al grito de ¡Campeones!, ¡Campeones!, salió pletórico de impulsos el conjunto de Caballito», continúa el diario. El último gol fue una «lúcida jugada» de Lulú Fernández.
La temperatura mínima de ese día fue de 18 grados a las 3:40 de la mañana y la máxima, de 30:5 a las 14:45.
Terminado el partido, una larga caravana de hinchas festejó derecho por avenida La Plata, desde el Gasómetro hasta el Templo de Madera.