Al Beto no lo podían agarrar; menos, sacarle la pelota. Era lógico que terminara los partidos como el Increíble Hulk, con la ropa desgarrada. Debe haber sido Julián Camino, el Negro Agüero o algún otro defensor de esos fieros que tenía Estudiantes de La Plata en 1983, cuando los choques con Ferro eran a muerte. Este partido se jugó un jueves por la noche, en el Templo de Madera. Y la camiseta 9 de Alberto José Márcico quedó así, destrozada.
El Beto fue el autor del 2-1 que le daba a Ferro la clasificación para la tercera fase del Nacional. Carlitos Arregui señaló el primero y Alejandro Sabella puso el empate transitorio, ambos en el primer tiempo. En la ida, Estudiantes había vencido 1 a 0, por lo que Ferro necesitaba ganar sí o sí. Mala suerte, el Tata Brown empataría a unos pocos minutos del final, de penal, y Ferro se quedaría afuera.
Ese fue el único gol de Márcico en el Nacional. El Mudo Aleva lo retrató sonriente, totalmente despreocupado por los jirones en la camiseta, con el Gallego González detrás, asociado en el festejo. El año siguiente, el increíble Beto anotaría 21 goles en la temporada.