El 13 de octubre de 1996, Ferro recibió a Boca en el Templo de Madera. Como casi siempre, Boca tenía algo parecido a un dream team: Carlos Fernando Navarro Montoya en el arco, Néstor Fabbri en el fondo, Diego Latorre en el medio y Manteca Martínez adelante, además de otras figuras y figuritas del momento. El técnico era Carlos Salvador Bilardo. Venían de ganar un superclásico histórico en la Bombonera, sobre la hora y con la nuca del uruguayo Hugo Romeo Guerra.
Ferro tenía lo suyo; sobre todo de mitad de cancha hacia adelante. Estaban Miguel Vargas, el Gordo Cordon, el Zurdo López... Los delanteros titulares fueron esa tarde Rubén Darío Piaggio, Gustavo Reggi y, recostado un poquito más atrás, Diego Bustos. Boca dominó el primer tiempo, pero Ferro le hizo un desastre de contragolpe en el segundo: 3-1, con los tres goles del Ciruelo Piaggio.
El primero, a los 10, fue un toque con cara interna del pie derecho después de una pared que Supo Reggi le devolvió con la cabeza. El segundo, de zurda, con el Mono achicando y después de un pase al vacío de Cordon; el Mudo Aleva registró a Piaggio empezando el festejo y a punto de ser abrazado por Chaparrito. El tercero tanto fue al aprovechar un rebote que el arquero dio tras un tiro de Bustos. Intratable.
El Ciruelo tenía 26 años y hacía poco había llegado desde Gimnasia (Jujuy). "Pensar que de pibe era de Boca", dijo al otro día en una entrevista. Oriundo de General Villegas, Piaggio era fino y rápido. Después anduvo por todo el mundo: Brasil, Grecia, España, Italia, Portugal. En Ferro dejó 3 marcas imborrables.