Carlos Barisio tuvo siempre perfil muy bajo. Llegó de All Boys en 1978 sin ser un arquero especialmente conocido y para ser suplente, en principio, del Loco Sánchez. El día que debutó, en un Nacional del que Ferro no pasó de la primera fase, le hicieron 3 goles. No estaba acostumbrado a los flashes ni a las entrevistas. Pero su crecimiento y el crecimiento de todo el Ferro de los años siguientes lo pusieron en el centro de la escena. Y así lo retrató el Mudo Aleva en un vestuario ganador: entrevistado por un periodista por el periodista Roberto Leto como el héroe de la tarde.
Esta foto es del 12 de julio de 1981. Barisio ya había batido el récord de valla invicta durante el Profesionalismo y el equipo de Timoteo acababa de ganarle 2-0 a Rosario Central con goles del Burro Rocchia. Ferro era claramente la sensación por su funcionamiento colectivo. La defensa era una muralla y, detrás, Barisio, acumulaba ocho partidos sin que le hicieran goles.
El récord se extendería hasta la fecha siguiente -otro triunfo: 1-0 a Racing- y el 26 de julio lo interrumpiría Humberto Daniel Bravo, suplente de Talleres de Córdoba, casi sobre la hora. Ferro empató esa tarde 1 a 1 y dejó un punto que, al final de ese Metropolitano, sería doloroso.
Ferro fue subcampeón de Boca. Y en el Nacional lo fue de River, que nos ganó dos finales en las que Barisio tuvo actuaciones flojas. El premio para todos llegó en 1982.
La propia dinámica de los equipos de Timoteo, con su competencia interna y su alto nivel de exigencia, hizo que su suplente, Eduardo Basigsalup, cinco años más joven, le ganara el puesto. En 1983, Barisio tuvo un premio grande: se fue a Boca, donde alcanzó a jugar 3 partidos.
Siempre siguió ligado al club. En 2018, recibió un homenaje de la subcomisión de Historia y lo ovacionó toda la cancha. Es parte de la historia de Ferro.