Es posible que nunca antes como el 1º de diciembre de 1974 los hinchas de Ferro se hayan atrevido a soñar que el equipo, algún día, podía salir campeón. No solo porque estaban fresquitos los títulos de otros clubes chicos, desde Estudiantes (La Plata) hasta Chacarita, sino porque la banda de Victorio Spinetto venía de triunfo en triunfo. Ferro acababa de terminar segundo en el grupo A del Nacional -a solo un punto de San Lorenzo- y en el primer partido de la fase final clavó un milagro: le ganó 3-2 a Central en Rosario con un gol de palomita.
El autor fue nada menos que Gerónimo Luis Saccardi. La revista El Gráfico registró que el centro lo envió el Loco Ibáñez, avivado de que los rosarinos buscaban jugar con la ley del fuera de juego, y que Cacho apareció desplegado en el aire con sus más más de 80 kilos para acometer esa hazaña. En la parte de arriba de la foto se ve la pelota a punto de superar al arquero de Central, Carlos Biasutto.
El partido, como todos los de la fase final del Nacional, se debía jugar en cancha neutral; este se disputó en la de Newell’s, a 62 cuadras del estadio de uno de los dos equipos que se enfrentaban y a 300 kilómetros del estadio del otro. No importó: a los 12 minutos, Ferro ganaba 2-0 con un tiro libre de Uwe Arregui -como lo llamó El Gráfico en esa cobertura- y con un mano a mano bien resuelto del Pato Eiras. Lo de Uwe era por Seeler, robusto crack del equipo alemán que había salido campeón en el Mundial de solo unos meses antes. Fue en homenaje al vistoso subcampeón de ese torneo, Holanda, que Ferro usó esa noche una camiseta color naranja.
Saccardi llevaba cinco temporadas en primera división. Ya era ese volante incansable y de personalidad enorme, pero no hacía mucho había encontrado el puesto. Su camiseta era la 7, no la 5. Faltaba todavía para que le tocara su debut en la Selección, para que Boca quisiera soplárnoslo, para el pase a España, para el regreso con gloria. Todavía no era el mito que es. ¿O el mito se empezó a construir esa noche?
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