Debutó el 17 de agosto de 2002, en Rosario, contra Central Córdoba, el día que dimos el primer paso para salir de la B Metropolitana. Ganamos 4-0 e Ibrahim Sekagya le puso en el pecho a Mario Costas la pelota que se convirtió en el primer gol del campeonato. Ferro tenía muchas dudas por la banda derecha y para la temporada 2002-03 apareció una solución curiosa: vino de Uganda.
En Negro Sekagya era uno de esos tantos jugadores que Gustavo Mascardi -entonces gerenciador del futbol de club, después procesado por fraudes varios- tenía dando vueltas para ver dónde podía hacer la diferencia. Sekagya, que tenía 22 años, se había destacado en su primer equipo, el Kampala City, a la selección de su país y así había llegado a Atlético Rafaela.
Y él la rompió. Se hizo dueño del puesto metiendo en cada pelota, progresando en ataque y yendo a buscar con la cabeza. En octubre hizo su primer gol, a Estudiantes de Caseros. La gente enseguida se encariñó con él, lo mismo que sus compañeros. Fue uno de los protagonistas del ascenso.
Al año siguiente, en el Nacional B, de nuevo titular, hizo dos goles más. Este, a Huracán de Tres Arroyos, fue el primero y le valió la tapa del suplemento de los sábados de Olé. Es el diario del 28 de octubre. El técnico era Oscar López, también llevado por Mascardi, y duró poco. Ferro marcaba con línea de tres y el Negro jugaba más en el medio. Olé lo calificó con 7 puntos.
No hubo ascenso, a pesar de las ilusiones, y Sekagya se fue en 2005. Mascardi se lo llevó a Arsenal. Después anduvo por Austria y por Estados Unidos, donde hoy trabaja como director técnico de juveniles. Nunca se olvida de Ferro.