El juvenil Sergio Mandrini cuida la pelota en la mitad de la cancha. Es 29 de abril de 1990 y, a los 21 años, no lleva todavía un mes en primera división. Ferro va a hacer un gol esa tarde: el Loco Bianchi a los 44 minutos del primer tiempo; Rosario Central no va a convertir ninguno. Porque así como la Ñata Mandrini, el equipo entero estaba empeñado en que nadie se acercara a Fabián Cancelarich. Y, de hecho, lograba ese cometido muy seguido: en esa época, Ferro pasó 12 partidos con el arco invicto, a excepción de uno con River, el cómodo campeón de la temporada 1989-90.

En esta imagen de la agencia Telam, a Mandrini lo sigue de cerca David Carlos Nazareno Bisconti, fino número 10 del Central. El mediocampo defensivo de Ferro lo completaba Ricardo Kuzemka. Y con eso le alcanzaba a Timoteo para sostener el cero en nuestro arco. Los otros volantes de esa tarde cumplían otras funciones principales: el Negrito González y Carpecho Fernández, todavía con la camiseta 7. Y atrás mandaba el Negro Vázquez.

Ferro hizo una muy buena campaña en ese último torneo de los largos: terminó sexto, a solo 4 puntos de la liguilla para la Copa Libertadores; hoy se hubiera asegurado una plaza. Es cierto que no goleaba. Pero, salvo ese partido con River (que nos hizo 3), un empate con Estudiantes (2) y una derrota con Deportivo Español, nunca nos hicieron más de un gol. En cambio, en una muy buena segunda rueda, le ganamos a Boca, a Vélez y a Independiente.