Ernesto Gutiérrez fue titular en aquel equipo de Racing que logró el primer tricampeonato nacional, entre 1949 y 1951. Era un half izquierdo de lo más completo, razonablemente hábil para salir jugando y aguerrido en la marca a pesar de su baja estatura. Surgió de Ferro. Antes de retirarse, mientras todavía era un jugador bastante conocido, fundó una imprenta, Casa Crack, con la que también entró en la historia: fue el editor de las colecciones de figuritas más famosas entre los años 50s y fines de los 70s.
Para Rafael Bitrán y Francisco Chiappini, autores de Difíciles eran las de antes, Crack marcó un antes y un después en la historia de las fichus argentinas. Convivió un tiempo con las menos lucidas Starosta, a las que destronó en popularidad, con "colecciones que se caracterizaron por la cantidad, cantidad y originalidad, desde Caperucita Roja a Lejano Oeste" e incluyendo, por supuesto, a todos los jugadores de cada temporada. Crack tuvo también tuvo, seguramente a partir de las relaciones forjadas por Gutiérrez, los derechos exclusivos de la comercialización de la imagen de los futbolistas, concedidos entonces por Futbolistas Argentinos Agremiados.
La revista La Cancha llevó al Gutiérrez de Ferro a su portada en 1946. La compartió con Adolfo Mammana, half de Platense. Ese año, Gutiérrez -a quien en Racing bautizarían El Rey Petiso- fue el jugador con más cantidad de presencias en un Ferro que se fue al descenso por primera vez en el Profesionalismo.