Cuando el brasileño José Rodrigues Neto llegó a Ferro, en el verano de 1979, ya tenía un largo recorrido en el fútbol brasileño, a pesar de sus 29 años. Un año antes, había sido titular en 4 de los partidos que su selección jugó en el Mundial de Argentina. Entonces jugaba -siempre como lateral derecho- para Botafogo. Antes lo había hecho para Fluminense y para Flamengo, los otros equipos grandes de Rio de Janeiro, y en todos los casos se había destacado como un defensor tan talentoso -sobre todo atacando- como conflictivo.
En Ferro jugó dos años, el del regreso a Primera y el primero con Timoteo como técnico. Se lo recuerda especialmente por un golazo de tiro libre a Racing, en el último minuto, un histórico 5-4. El Negro Rodrigues Neto era metedor y tenía muy buena pegada.
En su primer año en Buenos Aires, la revista brasileña Placar le hizo una entrevista en el departamento que ocupaba, en la calle Campichuelo, y contó que la gente de Ferro lo hacía sentir como en su casa. "El club tiene mucha necesidad de conseguir puntos. Juega a la europea, mientras otros equipos juegan a la sudamericana", le dijo al periodista Pedro Uzquiza.
"Bra-si-le-ro, Bra-si-le-ro, grita a torcida (la hinchada)", describió Placar. La diferencia que Rodrigues Neto encontró con el fútbol carioca fue que Ferro no concentraba y que solo se jugaba los domingos. Aseguró: "Mi personalidad me dio fama de indisciplinado, pero siempre respondí jugando". En una de las fotos de Placar, se lo ve caminando en la puerta del Museo de Ciencias Naturales, en Parque Centeneario.
En 1982, se fue a Boca. Fue un fiasco. Probó suerte en Hong Kong y terminó retirándose en Brasil.