No tiene recuerdo que su pasión tuviera otro color que el verde. De chiquito, los sábados iba a ver Sportivo Italiano y los domingos, a su Ferrito. Domingo Betoldi, dirigente de aquella época y amigo de la familia, fue quien inyectó esta pasión. Vivió buenas y malas, pero la quiebra del club despertó en él la necesidad de trabajar para la institución en todas partes. Su hijo seguirá con esta pasión, la que le transmitió desde chiquito. Espera que él disfrute de un club modelo y en primera división.
