Horacio Daniel Aleva, el fotógrafo de Ferro.
Entre 1961 y 2001, en todas las canchas en las que Ferro jugó algún partido, de visitante o de local, hubo un hincha con asistencia prácticamente perfecta. Fácil de reconocer: alto, delgado, canoso, siempre con un escudito del club en la solapa y la cámara lista para disparar detrás del arco rival. Porque Horacio Daniel Aleva, El Mudo, solo quería retratar los goles nuestros. Por su lente pasaron camadas enteras de futbolistas. Formados para la ocasión, entrenándose en Pontevedra, en los vestuarios, en pleno juego. El Mudo Aleva anotaba los detalles de cada toma en sus cuadernos Rivadavia –con más esmero si el equipo ganaba– y guardaba todos los negativos en cajas bien numeradas. Cuando falleció, en 2010, a los 78 años, dejó una obra de 40.000 imágenes que son la historia viva de Ferro. Ese tesoro es hoy El Rincón del Mudo.
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